Convertíos - dice el Señor -, porque está cerca el reino de los cielos.
TERCER DÍA DE QUINARIO.
Ayer miércoles recibimos la Ceniza, rito y signo penitencial, de conversión, recordatorio de la caducidad humana "Conviértete y cree en el Evangelio". En palabras de Rvdo. P Fray Luis Miguel García Palacios O.P., la cuaresma es tiempo de cambio hacia un corazón nuevo y limpio, tiempo de conversión, poso que hace renovar y crecer, en vida nueva y de forma sincera, en la que no debemos quedarnos en lo superfluo de la abstinencia de carne o pescado, eso a un lado, no es la limosna tocando la trompeta, esos a un lado…
Y así en la contemplación del Señor Orante en Getsemaní y de la lectura del Evangelio de hoy, debemos hacer las cosas ocultas, sin dar voces, sin alharacas, desde la intimidad de un Dios que nos llama a la conversión de corazón, en oración intima, invitándonos a meditar, en el verdadero sentido de la Cuaresma. Qué hermoso sería, nos alentaba y así se lo pedimos al Él, recordar nuestra pequeñez nuestra fragilidad ante el Señor, cuán hermoso sería, si este tiempo de cambio, transformáramos nuestro corazón.
Finalizó exhortándonos a que no sea éste un tiempo de tristeza y angustia. Que nos demos cuenta que el final de la cuaresma, es la resurrección y la vida, el cambio de nuestras pequeñeces, de nuestras miserias, ser más puro de corazón, sed generosos con tu vida, dedicad tiempo a la oración, alimentándonos de la Eucaristía.
Agradecemos desde aquí la magnífica prédica de estos dos días al Padre Luis Miguel, al que a la finalización de la Eucaristía, se le impuso la medalla de la hermandad y se le entregaron unos recuerdos como signo de nuestra sincera gratitud.